El comediante, que marcó un peak de 45 puntos anoche, contará la historia de su éxito con Melón y Melame y todo lo que pasó después. "La juventud debería entender la fuerza de levantarse".
Celebrando con su esposa, Lucy, y sus hijos, Alejandro y Cristian.
Foto FABIAN ORTIZ
Todo esto, mientras llegaba al Hotel O'Higgins a las 2 de la mañana, tras reconocer en la conferencia de prensa que el éxito de Jorge Alís "me dio la pauta para decir «esto va a resultar»".
También explicó que el festival "siempre es una caja de sorpresas y aquí no está garantizado el éxito... subirse ahí y tener que hablar por una hora, aunque tengas la experiencia que tengas, es tremendo".
Sobre su sorpresivo número de canto, dijo que nunca pensó hacerlo, pero "fue un gusto que me di porque me refugié en la música de Raphael en mis momentos más difíciles", comentó.
Aunque luego, bajándose de la van para reunirse con su familia, dijo que "no sé si podría volver a la Quinta Vergara", antes de ser interrumpido por espontáneos fans que lo abrazaban.Ya tiene dos planes inmediatos: "trabajar con libretistas y sociólogos para una nueva rutina" y publicar un libro autobiográfico antes de diciembre, preparado junto a la psicóloga Javiera de la Plaza.
"Vamos a hablar sobre la resilencia, mis comienzos, mi servicio militar, Melón y Melame, la muerte de mi hermano... Yo creo que hay una historia interesante que la juventud debiera conocer y entender la fuerza de levantarse".
Sobre lo que ha pasado con el humor en este festival -desde el stand up de Jorge Alís al fracaso de Ruddy Rey-, él cree que los comediantes deben adaptarse a los tiempos.
"Los chistes están todos contados. Por eso yo me dedico a este tipo de humor. Yo soy más chacotero, más chileno, me gusta ocupar el lenguaje nuestro, pero sin abusar del garabato. A mí me gusta el lenguaje simple. No es menor que hayan contratado mis servicios el Presidente Piñera y la Presidenta Bachelet", explica.
Visiblemente cansado, Martin dice que intentó mostrar parte de su espectáculo, como por ejemplo el muñeco que emulaba a Pinochet y que "ha sido celebrado hasta en el Ejército", explica.
"Además el monito está bien hecho y se ve hasta tierno", se ríe. "Es parte de una rutina más larga. Si me dicen que la rutina fue corta, yo digo 40 minutos basta. De lo bueno poco. Era mi contrato. Si me sacaban yo no iba a salir. Quiero dejar a la gente con ganas".