En los últimos años la entrega de Gaviotas ha pasado a protagonizar los debates del festival. ¿Que opinan los que la recibieron en la época que estaban reservadas para los ganadores de la competencia folclórica o internacional? Acá hablan desde Florcita Motuda hasta Miguel Tapia, de Los Prisioneros.
"El problema es que el casco era muy delgado y el trofeo muy pesado y se me cayó... Está a la espera de un nuevo casco. Es que me gusta la idea de parecerme a Asterix", explica. "También hay otra Antorcha que se me perdió y no me acuerdo donde está".
El artista considera que el premio a estas alturas "no simboliza nada" y que "es un compromiso que tiene el animador de entregar algo para que el público se quede tranquilo". Una modalidad que se podría erradicar "tal como la competencia de canciones que ya no tiene ninguna importancia", piensa.
"Antes se hablaba de las canciones en competencia, la gente se acordaba, pero ahora nadie sabe quién se la ganó el año pasado".
Miguel Tapia , baterista de Los Prisioneros -que se llevaron todos los premios en 1991 y 2003- le dio un uso poco ortodoxo a la Gaviota de la primera jornada.
"No sé cómo va a sonar esto, pero la Gaviota que nos dieron cuando fui con Jorge (González) en 1991 la puse sobre el estanque de la taza del baño de mi casa en Pirque... Era gracioso cuando llegaban los amigos, entraban y se encontraban con ella".
Y agrega: "Ahora, lo que pasó con la Gaviota... Ni idea".
Sobre la segunda vez que estuvieron en el Festival asegura que "las cosas que nos entregaron cuando fuimos con Narea (en 2003) no lo sé. Yo no me quedé con nada y los demás tampoco... De hecho, no vi ningún premio".
Sobre la importancia del galardón, Tapia señala que ha perdido su significado. "Antes premiaba una buena actuación. Hoy no simboliza nada, no tienen ningún brillo", apunta.
Una apreciación con la que el vocalista del grupo Sexual Democracia, Miguel Barriga , difiere.
"Que todos la reciban es parte de un ritual. Además, es entretenido ver la cara que ponen los extranjeros cuando se las entregan porque no entienden nada", dice entre risas.
Si bien Barriga estuvo en 1992 sobre la Quinta Vergara junto a su banda, confiesa que no recibieron Gaviota ni Antorcha. Y es que, según cuenta, ese año se celebraron los 500 años del descubrimiento de América.
"Así que nos entregaron la medalla de los dos mundos, pero no sé quién se quedó con ella... Parece que el tecladista", explica el cantante, quien el próximo jueves actuará nuevamente en el festival tras ser invitado por la Sonora Palacios.
Don Rorro -Rodrigo Osorio-, cantante de Sinergia, que recibieron el premio el 2008, tiene una teoría: Viña es como la gran fiesta de matrimonio de Chile y, tal como en las primeras, nadie se cuestiona el momento del cotillón, no valdría la pena cuestionarse el sentido de entregar la Gaviota.
"Es un rito. Uno no puede encontrarle lógica, si no dejan de ser entretenido. Es como el Super Bowl, que mueve publicidad millonaria, es tema nacional y hay shows de entretiempo. Es lo mismo acá. La Gaviota es el éxtasis máximo de una carrera, pero sales de la frontera, empiezas a explicarlo y nadie entiende nada. Irse contra eso es como irse contra el cacho de chicha y la empanada".
Para Mario Olguín , director y fundador hace 25 años de Beatlemanía, haber recibido la Gaviota en 1993 -actuaron dos veces ese año- es uno de sus máximos orgullos.
"La Gaviota se encuentra en mi escritorio, en un lugar especial, no está guardada. Ese premio marca uno de los hitos más importantes de mis 25 años de carrera. Antes era difícil conseguirla, pero hoy no. Nosotros nos presentamos en el Festival la última vez que lo transmitió TVN y fuimos los más aplaudidos de ese año. Realmente, pienso que fue muy merecida. En ese tiempo costaba obtenerla".
Sobre la devaluación de la Gaviota: "Tiene que ver con el desgaste del Festival, que ya no es lo mismo de hace 20 o 30 años. Ha perdido prestancia, igual que la Gaviota, y eso es natural, le pasó hasta a San Remo".
Y agrega: "Un artista de nivel internacional como Elton John, por ejemplo, no creo que quisiera recibirla, porque está mal valorada y ya no tiene peso. Piensa, ¿qué hizo Enrique Iglesias con la Gaviota? La tiró. Debe haber dicho «qué es esta cuestión». Eso marcó un antes y un después. La etiquetó y la lapidó. Ahora es como un circo, el que sea mejor payaso va a ganar Gaviota".
Alvaro Salas conoce de premios. Con su grupo Pujillay recibió Antorcha de Plata en 1982 y 1990. Como "solista" obtuvo la Gaviota de Plata (2000) y Antorchas de Plata y Oro (2007). Dice, en cambio tenerle "mucho respeto" a la Antorcha y Gaviota. "Tengo un estante en mi casa y ellas ocupan un lugar importante. Cuando tengo visita, todos se sacan fotos con la Gaviota haciendo como que la reciben, tal como las que van donde Cecilia Bolocco con la corona de Miss Universo", se ríe.
El comediante sostiene que, de todos modos, "se ha desvirtuado la cosa de los premios". "Me da cierta pena y molestia que a uno le costó tanto y se emocionaba, mientras que ahora se reparten tan fáciles. Antes uno se amargaba si no recibía la de oro y la misma crítica escribía que a uno le fue mal", reclama.
Y agrega: "Yo he tenido una idea, que no me han pescado: ahora el artista podría entrar con todos los premios y el público se los va quitando".
Su colega Bombo Fica -Gaviota (2010) y Antorcha de Plata y Oro, además de Gaviota de Plata y Oro (2012)- cuenta que los premios "se los regalé a mis hijos" (incluyendo a Bombito) y señora, casi como herencia.
Pero también es crítico de la última versión. "Me da la impresión que el año pasado los premios estaban asociados a una publicidad. Al parecer se debían regalar para mencionar al auspiciador. Creo que este tipo de premios no se deberían desvirtuar", arremete.
Pero más que nada, lo que no se debería perder, en visión del comediante, es esa sensación de que el premio fue algo "donde la gente se manifestó de forma eufórica". "Ahí está el recuerdo real, lo que importa, más allá del premio", dice.