"Música, sí claro" (1966) fue el primer espectáculo de Les Luthiers en su natal Argentina, cuando entonces se hacían llamar I Musicisti. Un año más tarde debutaron con "Les Luthiers cuentan la ópera".

En estos 46 años de trayectoria el incombustible conjunto de Jorge Maronna , Marcos Mundstock , Daniel Rabinovich , Carlos López Puccio y Carlos Núñez Cortés ha montado 34 desopilantes espectáculos y fabricado 44 instrumentos "informales", como la mandocleta, el ferrocalíope, la exorcítara, el nomeolbidet y la manguelódica pneumática, entre otras curiosidades.

Luego de su exitosa presentación del año pasado en Santiago, el quinteto alista su regreso al país con "¡CHIST!" , este jueves y el viernes, en Movistar Arena (Puntoticket). Esta es una antología que, desde 2011, repasa por diez números y que ya ha sido vista por más de 300 mil espectadores.

Escoger las piezas de este espectáculo fue una tarea titánica. "Con una carrera tan dilatada como la nuestra, las obras se van amontonando. Dada la índole del humor que cultivamos, siguen teniendo la misma vigencia que cuando se escribieron hace 30 años, aunque no hacemos humor político de la última pavada que dijo el ministro de Economía de Argentina. Hay algunas obras que envejecen, pero otras se mantienen muy frescas. ¡Y hay un par de generaciones que se las han perdido!", comenta desde Buenos Aires Carlos Núñez Cortés (71), pianista y compositor del grupo. De profesión es químico, pero dejó de ejercerla en 1972 "cuando cada vez teníamos públicos más grandes y los contratos llovían".

-Sus shows parecen improvisados, pero imagino que requieren horas de ensayo. ¿Son obsesivos?

-La improvisación está presente casi siempre, pero en los ensayos. Cuando las obras llegan al escenario, están con una especie de rigidez, pero muy probadas, e intentamos reproducir lo mejor cada vez. Hay ciertos lugares en el espectáculo donde nos damos rienda suelta para improvisar. Tenemos una dupla, con Mundstock y Rabinovich, que es imbatible en ese terreno. ¡Son maravillosos!

-De todos los instrumentos extraños que han creado, ¿cuál es su favorito?

-El tubófono silicónico cromático, del cual soy el mejor intérprete en el mundo (se ríe). Lo construí cuando estudiaba Química en la UBA. Es una flauta de pan, pero con tubos de ensayo a los que les puse distintas cantidades de silicona para variar la altura y la frecuencia musical.

-¿Cómo lo hacen para mantenerse juntos durante 46 años? ¿Es difícil conciliar este matrimonio?

-¡Claro que es difícil! Si no, pregúntale a cualquier matrimonio que lleva más de 45 años (risas). Cuando un grupo tiene éxito, a todos nos dan ganas de seguir adelante. Eso fue un gran factor de cohesión. Otra cosa es el placer que nos da hacer lo que hacemos. Me encanta tocar el piano, actuar y componer; hacer teatro, música y humor. Y a todos nos pasa lo mismo.

-Por otro lado, está la cosa económica (se ríe). ¡Es tan importante tener resuelta esa parte! No sólo disfrutamos lo que hacemos, sino que nos pagan por hacerlo. De cualquier manera, siempre están agazapados los problemas, los roces y las pequeñas envidias. Somos seres humanos y es inevitable que eso aflore de vez en cuando, sobre todo en la previa a los estrenos. Pero somos muchachos sanos (se ríe). También nos hemos sometido a una terapia psicoanalítica durante muchos años para cuidar esto. Y hemos obtenido muy buenos resultados.

Ocho veces nominados al Príncipe de Asturias

Entre otros premios, Les Luthiers ha sido galardonado con los Martín Fierro (1975), Gardel (2008) y hasta obtuvo un Latin Grammy, en 2011, a la Excelencia Musical. "De pronto nos veíamos rodeados de José Feliciano, Santana, ¡toda esa gente que uno admira!", recuerda Carlos Núñez.

Aunque también han sido nominados ocho veces al Príncipe de Asturias: "Me sentiría mucho mejor si me dieran el Príncipe de Asturias más que ser nominado. Vamos a ver si nos pasa como a Borges con el Nobel, y dejaremos este planeta sin el premio".

Bajo la óptica del ludolingüismo (el lenguaje como engranaje de la risa), Núñez publicó en 2007 el libro "Los juegos de Mastropiero", donde analiza recursos literarios como trabalenguas, palíndromos, retruécanos y anagramas, los cuales se encuentran en diversos chistes del grupo. "El castellano es maravilloso, como para jugar. Fue un trabajo intenso y de biblioteca", señala.

-Pero su otra faceta es ser coleccionista de caracoles marinos. Uno, de las islas Canarias, fue bautizado en su honor.

-Como estudié Química Biológica, siempre tuve en un rinconcito del corazón un espíritu de naturalista. Me gustan mucho los bichitos. Ahora tengo una colección bastante grande de caracoles marinos, incluso escribí un libro sobre los de Argentina: Una guía para la gente que camina por la playa y se encuentra con conchitas. En realidad, ¡ésa es una afición que tengo hace 40 años!