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Pablo Dittborn arremete contra el mito Quimantú: "¡Hay unas distorsiones tremendas!"

El ex editor de Random House hablará en Filsa de su experiencia en la editorial de la UP que llegó a publicar 250 títulos y 10 millones de ejemplares.

por:  Juan Carlos Ramírez F./La Segunda
miércoles, 30 de octubre de 2013

Foto FABIAN ORTIZ

Sentado en el café de la entrada de la Filsa, Pablo Dittborn (66) debe saludar con un gesto, cada cinco minutos a editores, escritores y gente de "la cadena del libro" que circula por allí. Por más que en el mundillo lo critiquen por sus declaraciones en torno al IVA o sus críticas a las editoriales independientes, acá todo es cordialidad.

El se ríe y dice que hasta el momento no le dicen nada en la cara. ("¿Qué es ser independiente? ¿Tener sucursales en otros países te inhabilita?"). Sus famosas "redes" de contactos, sus 20 años viviendo en Argentina, su gestión en Random House -donde llegó el 2006 y dejó el cargo este año- y su actual trabajo como gerente general del "holding The Clinic", como lo llama él, lo hacen actuar con seguridad.

La misma que exhibirá este viernes 1 de noviembre moderando, a las 18 horas, la mesa "Quimantú: Realidades, mitos y nostalgia" junto a otros dos históricos como son Luciano Rodrigo (jefe departamento editorial) y Sergio Maurín (gerente general).

La idea, dice, es aclarar algunos puntos que se asumen como verdades históricas en la legendaria editorial de la UP que publicó 250 títulos y diez millones de ejemplares, entre autores como Antonio Skármeta o Braulio Arenas, autores clásicos rusos, revistas con temas de formación económica o textos marxistas.

"A Maurín lo encontré en la embajada de México cinco días después del golpe. Luego no lo vi nunca más", recuerda. Hasta que me escribió para un libro sobre la editorial que estaba preparando". A Dittborn se le ocurrió que podía ser un buen tema para la Feria. "Mucha gente opina, habla y escribe notas sobre Quimantú, convirtiéndola en leyenda, claramente intencionada".

"Sería inviable un Quimantú hoy día"

-¿Por qué intencionada?

- Para destacar y hacer más relevantes algunos aspectos que no son ciertos. Un ejemplo: estuve acá mismo por un aniversario de la colección infantil "Cuncuna". Esta no fue ni de lejos la más emblemática de Quimantú. Las importantes, por ejemplares impresos y títulos, fueron "Nosotros los chilenos", "Quimantú para todos" y "Cuadernos de educación popular".

-¿Y qué pasó?

-En un discurso presentaron a un tipo como presidente del sindicato. Pero no estaba bien: él había sido de Zig-Zag. ¡El presidente al momento del golpe era Paco Segura y el vicepresidente yo!. ¡Hemos visto unas distorsiones tremendas! En el fondo, reflejan lo que pasaba al interior con un gerente que era PS, director editorial, PC; el de administración y finanzas, Mapu, y un gerente personal, Radical. Todo depende de quien cuente la historia.

-Pero actualmente existe la marca, ¿no?

-Entiendo que alguien se avivó y registró la marca. Y habría que revisarlo, porque pertenecía a la Corfo.

Dittborn dice que Quimantú no estaba dentro del programa de Allende, llamado "Las 40 medidas". Más bien fue el resultado de una negociación entre el gobierno y la Editorial Zig-Zag que en 1970 pasaba por un conflicto con sus trabajadores. Ahí la editorial cambiaría de nombre y de perfil. "El Presidente no quería aparecer, a muy pocos días de asumir su gobierno, cerrando o expropiando una editorial que tenía libros y revistas", afirma Dittborn.

-¿Sería posible hoy replicar la experiencia?

- Sería absolutamente inviable un Quimantú hoy día en un mundo tan competitivo y bastante más profesionalizado. ¿Acaso le pagábamos anticipo a los escritores? ¿Alguien estaría dispuesto a editar con el mismo espíritu voluntarista y generoso de aquellos años?

-Nadie, ¿verdad?

-Mira, sólo por una concesión muy especial, Neruda cedió, después de haber conversado con la Editorial Losada en Buenos Aires, los derechos para una edición. Y te lo digo derechamente: no hicimos una. Hicimos diez de la misma. Pero en el copyright siempre le colocábamos: "primera edición". Y, por lo tanto, "cagamos" a Neruda en sus derechos...

Dittborn sonríe y aclara, en tono más serio, que en esos años todos estaban con la causa popular. Aunque reconoce que actualmente Carmen Balcells -mítica agente literaria de Cortázar, Vargas Llosa y García Márquez-, "no te permitiría hacer un solo ejemplar, por más noble que sea la causa... ¡eso ya pasó, ya fue!... si hay un beneficio económico, si el editor obtiene dinero para su empresa, ¿por qué el autor no lo va a tener? ¡no es viable una editorial en esos términos!".

-¿Quimantú era hija de su época?

-Sí y también de una empresa comprada por el Estado, con una exigencia de beneficios infinitamente menor. Con tal que se equilibrara ya bastaba. Hicimos cosas meritorias, pero también torpes e infantiles. Si estaba "Ercilla" que era de la DC, nosotros sacamos "Ahora". ¡El mismo formato, papel y cantidad de páginas!. En la revista infantil "Cabro chico" salía la Caperucita Roja caminando por el bosque y cantando "no nos moverán". No vendió nada. No había ni sutileza. Era a lo bestia.

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