"Para mí, es una diversión mi trabajo", decía en 2011 el dibujante, que falleció este jueves a los 91 años.
Junto a su señora Drina Paredes el 19 de abril de 2011.
Foto ALEJANDRO BALART
A los 88 años contaba que todos los días se ejercitaba en la piscina, en una máquina para las piernas y bicicleta estática, y que nunca había fumado.
Un 19 de mayo hace 64 años debutó Pepe Antártico, su pícaro personaje que siempre está buscando conquistar a alguna chica, aunque a menudo no le resulta.
Así como Pepe, que a los 40 actuaba como un joven inmaduro, este antofagastino se negaba al paso de los años. Su señora, Drina Paredes, es más de tres décadas menor que él y juntos tuvieron dos hijos.
A Drina la conoció mientras practicaba uno de sus hobbies, la magia. Ella tenía 22 años y vivía con su mamá, a quien cuidaba. El había enviudado hacía dos años de la que fue su mujer desde los 20 años -y que conoció con 10- y con quien tuvo 4 hijas y 1 hijo.
La diferencia de edad se la tomaba con humor: "Me encuentro todo el tiempo con señores de edad que me dicen «Qué bonita su hija». Les digo «Se equivocó, es mi nieta»". Así sintetizaba su clave: "Tengo una tremenda capacidad de tolerancia".
"No tengo una escena pornográfica, jamás"
Con el paso de los años, su querido personaje apenas sufrió unos pocos cambios. "El Pepe era de nariz larga, entonces se la enderecé y la puse en punta, pero fue de a poco. Mi señora siempre me ha dicho que ¡cómo lo tienes vestido, y con un jopo! Eso no se lo puedo quitar porque es característico. Como Mister Bean, quien siempre anda con la misma ropa. Pepe se viste como los argentinos antiguos, los petiteros, con jopo, colita para atrás y el traje apretado".
Incluso cuidaba el ánimo de su querido personaje. "El hombre vulgar, de término medio, es gracioso, pero un poco triste a la vez. Pepe no quiero nunca que sea triste, lucho con eso, conmigo también".
Defendía su personaje con convicción. "Pepe no ofende a la mujer. Quienes piensan eso se sienten afectados porque en el dibujo Pepe aparece engañando a un matrimonio, pero siempre pongo un marido ridículo, guatón, de bigotes negro, feo, como diciendo que la mujer tiene otra posibilidad". De paso, decía, ¡la mayoría de las veces le va mal, no lo consigue, sale aporreado; otras veces sí, sale dando cariños, pero no tengo una escena pornográfica, jamás".
Todo nacía de una pasión por el dibujo. "Para mí, es una diversión mi trabajo", sentenciaba.