Cultura/Espectáculos
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Elisa Zulueta, la apuesta sexy de "Socias": "Los cambios me generan terror"

"Soy tradicional y me fascina la rutina", confiesa la aclamada dramaturga de "Pérez" y "Gladys", hoy convertida en una abogada infiel para la nueva nocturna de TVN. Sobre el inminente cierre de dos teatros en Chile, opina: "No hay un rol definido del Estado para con la educación, menos con la cultura".

por:  Nayive Ananías G./La Segunda
viernes, 26 de abril de 2013

En 2012, Elisa Zulueta se "duplicó": Mientras en las noches figuraba como la coqueta Marjorie de "Soltera otra vez" (Canal 13), en las tardes se convertía en Mireya Ledesma, una minusválida vengativa en "Dama y obrero" (TVN), aquel culebrón de la hora de almuerzo que disparó el rating.

Este año, la actriz y dramaturga -ganadora de dos Altazor por la obra "Gladys"- debió desprenderse de su larga y ondulada cabellera para debutar en "Socias" , la próxima nocturna de la estación estatal. "Soy tradicional y me fascina la rutina. Los cambios me generan terror. Todas las decisiones que tomo en la vida son porque las debo tomar obligada, no porque las escoja. Así fue con mi pelo, pero inmediatamente fui feliz y lo agradezco", comenta.

En la ficción ella interpreta a Dolores, una sexy abogada, cuyo bufete también lo conforman Inés (María Elena Swett) y Monserrat (Paola Volpato): "Con ellas lo paso tan bien. Han sido súper contenedoras conmigo. Saben que soy inexperta, y muy cuidadosamente me van diciendo por dónde sí y por dónde no. Les hago caso, aunque soy terca".

Su personaje es una amante de la libertad, que no se amarra a los hombres, sin pavor a la soltería... Aunque mantendrá un affaire con Pablo (Alvaro Morales), casado con Catalina (Carmen Gloria Bresky).

"Lo pasa bien, no sufre por no estar en pareja, porque no cifra en eso su felicidad. Le fascinan los hombres, pero para pasarlo bien. No hay nada que sienta que no puede hacer. Dista mucho de cómo me comporto yo, pero tiene una ironía que me es familiar. Construyo el personaje desde el texto, desde lo que el guión propone, desde esa libertad que ella tiene para hacer lo que quiere. Y así me muevo, resuelta, sin culpa", recalca Zulueta.

-¿Fue complejo encarnar a una "femme fatale"? ¿Cuál es tu visión de la infidelidad?

-(se ríe) No soy la "femme fatal", tengo otros encantos que hacen a un hombre engancharse de mí. Eso es lo interesante: Seduce desde la inteligencia. Quizás esa misma sensación de que soy difícil para él, de que nunca me enamoraré, lo hace engancharse más. Dar una opinión sobre la infidelidad es amplio e irresponsable. Yo cuido mi vida personal, soy fiel y le doy valor a la fidelidad en la pareja y en la amistad. Pero la vida ajena es ajena, y cada uno ve cómo lleva su vida y por qué hace las cosas que hace.

-¿Cómo asumes este protagónico, que conlleva una mayor exposición mediática? ¿Extrañas, a veces, el bajo perfil?

-La exposición significa que más personas opinen de ti. Yo soy bajo perfil, sigo siéndolo. No me expongo nunca a situaciones que me hagan sentir incómoda o donde traspase lo que creo. Además, tengo una cara normal, que hace que me reconozcan poco y que vaya piola por la vida.

"A veces siento que he perdido el tiempo"

En 2009, Elisa montó "Pérez" , con Luis Gnecco, Antonia Santa María y Natalia Grez. La historia -la relación de un padre ausente, con novia más joven, y su hija dañada- se llevó a la pantalla grande el año pasado. Hoy está en el Latin Festival de Chicago.

La obra la catapultó como gran promesa de la dramaturgia chilena. Así, siguió cosechando éxitos (siempre con su colega Santa María) con "Gladys" (2011). El título remite a una paciente con síndrome de Asperger (Catalina Saavedra), cuyos hermanos la marginaron del árbol genealógico. Más adelante, Zulueta exploró otra problemática en "Mia" (2012), donde una mujer, desesperada por encontrar un riñón para su pareja, piensa incluso en el tráfico de órganos.

"Las historias nacen de una denuncia. Como somos un país desigual, triste, injusto, huacho, con derechos dispares, muy pobres y muy ricos, muy católico y escéptico, muy cartucho y muy miedoso, son miles los temas. La familia es el microuniverso que retrata una globalidad. Por eso usé a la familia en «Gladys» y en «Pérez». Hacer teatro sigue siendo la forma que tengo de denuncia, de investigación, de belleza y, en el mejor de los casos, generar preguntas, reflexión", sostiene.

"Escribí «Mia», porque mientras un amigo esperaba pacientemente un órgano para ser trasplantado, un político influyente de este país conseguía el suyo de manera rápida, sin lista de espera ni frustración. Nada nuevo en todo caso: Los que pueden, pueden; los que no, esperan y se mueren esperando. Eso me llevó a investigar la realidad de las diálisis, de los trasplantes y del tráfico ilegal. Habla de lo que eres capaz de hacer por amor a alguien, por amor propio, por aferrarte a la vida cuando no tienes ni plata ni poder. Algo que ocurre todos los días en este país".

-¿Cómo lidias con los prejuicios de trabajar en TV? ¿No afectarían a tu aplaudida carrera como dramaturga?

-Antes creía que uno tenía que ser sólo una cosa, con miedo a que se dijera algo de mí. Pero me liberé. A veces soy una actriz que escribe, o una actriz que dirige, o una actriz que hace clases, o una actriz cesante. No tengo una carrera como dramaturga, como tampoco en TV. Estoy haciendo lo que me gusta. No necesito definirme de una sola manera y eso me abre más posibilidades.

-¿Extrañas escribir para teatro? ¿Tienes suficientes ideas que, por tiempo, no puedes ejecutar?

-Siempre escribo, no he dejado de hacerlo. La TV nunca ha sido impedimento para que escriba, ensaye o dirija. Hago teatro cuando tengo algo importante que decir. Ahora estoy ensayando una obra donde soy actriz, con un texto de Rafael Gumucio, que es hermoso e importante. En mi casa, cuando siento las ganas, escribo.

-"Gladys" debutó en el Teatro Del Puente. ¿Cuál es tu opinión sobre el cierre de éste?

-El Teatro Del Puente es uno exclusivamente dedicado a las compañías emergentes. Quizás de los pocos espacios que no transa la curatoría en su repertorio en pos de fines comerciales. Sé de cerca lo importante que es para Freddy Araya y Francisco Ossa (directores) que el teatro mantenga su labor. No sólo de ser un espacio donde las nuevas generaciones estrenen, sino que además en su labor de formar públicos preparados. Pero la situación es bastante árida y solitaria. El teatro no podrá nunca regirse bajo las mismas leyes que el retail , y en Chile no hay un rol definido del Estado para con la educación, menos con la cultura. La única forma son los pocos fondos, y eso es un concurso del quién vive.

-Tienes 31 años. ¿Crees que a tu edad has hecho demasiadas cosas?

-Hoy ya siento que no he hecho tantas cosas. Cuando los actores mayores cuentan sus historias de cuando eran jóvenes, y lo hacían todo, a veces siento que he perdido el tiempo y que no he hecho nada. Lo que sí sé es que mis amigos, compañeros de Escuela, hacen tres veces lo que yo hago. Pero no se sabe, porque hay una deuda enorme de la prensa de cultura con las distintas áreas.

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