A fines de los 90, cuando nuevos realizadores surgían en el panorama argentino, el documentalista Andrés Di Tella fundó el BAFICI, el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, que hoy es considerado como el evento cinematográfico más importante de América Latina.

La inmensa e innovadora oferta de ficción que surgía de estas nuevas miradas comulgaba temáticamente con los documentales que el mismo Di Tella venía realizando. "Montoneros, una historia" (1995) evocaba los años violentos de Argentina, sin dejar de mirar hacia el presente. "Prohibido" (1996) analizaba la propaganda del último régimen militar comparándola con la del nazismo. Sería sólo el comienzo de una prolífica obra que continuaría con "La televisión y yo" (2003) , un análisis crítico de la TV en el país; "Fotografías" (2007) , un ensayo personal sobre la madre del realizador; "El país del diablo" (2008) , en el que las cámaras van tras las huellas de un abusivo conquistador; "Hachazos" (2011) , retrato de un singular director de cine experimental, y "Máquina de sueños" (2013) , último trabajo de Di Tella que acaba de estrenarse en el BAFICI.

Ahora está en Chile para participar en tres actividades gratuitas en la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica: la clase magistral "El otro, el mismo: La intimidad en el documental" (hoy a las 18:00 horas), un taller intensivo (jueves, viernes y sábado) y un encuentro con directores chilenos (viernes, 13:30 horas).

-¿En qué consistirá la clase magistral?

-La intimidad, por definición, pertenece al dominio de lo que está fuera del alcance de la mirada de los demás. ¿Cómo hace, entonces, el documental para registrar la intimidad? ¿Cómo ubicarse uno mismo, como documentalista, frente a la intimidad del otro? ¿Cómo aproximarse a la experiencia ajena? Y, por último, ¿cómo involucrar al espectador en esa experiencia? Preguntas de difícil respuesta que se examinarán mediante el diálogo en torno a ejemplos concretos.

"Patricio Guzmán ha sido un referente"

-Iniciaste el BAFICI en tiempos en que se comenzaban a notar aires de renovación en el cine argentino. ¿Qué piensas del rumbo que ha tomado el festival a lo largo de los años?

-El BAFICI cambió el panorama del cine en la Argentina. Toda una generación de cineastas se educó en el encuentro con el cine del mundo que ofrecía el festival, un cine que nunca se había visto entre nosotros en semejante escala y multiplicidad de propuestas. También sirvió de vidriera y punto de encuentro para cineastas de toda América Latina, especialmente de Chile. Se ha construido una cultura de intercambio extraordinario entre los cineastas de los dos países, al punto que este año el festival tuvo como foco principal la producción cinematográfica chilena. El nuevo cine argentino sigue renovándose año a año. Estos últimos años son, para mí, la edad de oro del cine argentino. ¡Pero ya no es novedad! Ahora está de moda el cine chileno...

-En Chile hay una gran (y no muy reconocida) tradición de documentalistas. ¿Admiras a alguno en particular?

-Patricio Guzmán, por supuesto, ha sido un gran referente, desde "La batalla de Chile". Ha sido importante al mismo tiempo su aporte desde el FIDOCS, generando cultura documental en Chile. También me interesa lo que he visto de Ignacio Agüero. Christian Leighton es otro cineasta muy interesante. Y dentro de las nuevas generaciones aparecen por suerte muchas mujeres, de potencial incalculable, por el mismo hecho de encarnar una voz nueva, hasta hace muy poco subalterna. Ahí están por ejemplo Teresa Arredondo, Maite Alberdi o Tiziana Panizza. Parece ser un gran momento del documental chileno.