Actúan este jueves y viernes en el Teatro Nescafé de las Artes. Traen un show en el que "nadie queda a salvo", ni el presidente Mujica, presentado aquí como un rasta.
"Es un hecho artístico que nace en la calle", señala el director Yamandú Cardoz para explicar los vistosos trajes y maquillajes.
Foto CLAUDIO CORTES.
En su tercera visita a Chile, la murga uruguaya Agárrate Catalina trae "El fin del mundo".
La compañía -que es un hit en su país y en Buenos Aires se presentó con León Gieco- actúa este jueves y viernes en el teatro Nescafé de las Artes y el domingo en la Universidad Federico Santa María de Valparaíso.
Su show, que debutó en 2006, parte de la premisa de que "las cucarachas serían capaces de resistir un cataclismo", señala Yamandú Cardoz, que fundó la compañía en 2001 junto a su hermano Tabaré.
Entonces los 17 ejecutantes interpretan a estos bichos. "Son un poco desgraciados porque les toca esperar el fin del mundo en Uruguay. Nosotros asumimos que todo en Uruguay llega después porque somos más lentos. Y ahora que se está por legalizar el uso de marihuana de manera recreativa, vamos va a ser insoportablemente más lentos", bromea.
Además, representan al Presidente uruguayo, José Mujica, como un rasta. El ya los ha visto en vivo y se reído de cómo lo caracterizan. La murga tiene 120 años de historia, pero recién desde 2005 hay un gobierno de izquierda en el país. "Muchas murgas son confesas militantes izquierdistas. Nos vimos ante un escenario nuevo y por suerte la murga lo logró resolver con mucha honestidad e igual crítica, que nace a veces desde el desencanto. No se ha transformado en el brazo artístico de la izquierda. Mantiene su independencia, es rebelde, quisquillosa y quejosa frente a todos".
50 murgas compiten cada año en los carnavales de Uruguay, que están alejados de la religión y duran 45 días, partiendo la última semana de enero. "Es un hecho artístico que nace en la calle, tiene que captar la atención desesperadamente. De ahí su maquillaje, como para hacer una máscara, su canto impostado y vestuario de colores para que lo vea la última vecina que vive en la otra calle", señala Yamandú.
En el show ironizan sobre las noticias. "Es un detalle del diario de lo que pasó en el año, pero no visto desde el periodista o el experto, sino que desde el lugar rudimentario de cualquier hijo de vecino. La murga ha estado siempre muy ligada a la coyuntura inmediata. Nosotros por necesidad artística (por girar todo el año) hemos hablado de cosas más atemporales, resistentes en el tiempo".
Así, la cooperativa ha ganado como la mejor murga en los carnavales de 2005, 2006, 2008 y 2011. Y acumulan cinco discos de oro y platino.
En su show se convierten en "unos atorrantes que con humor se meten con el Estado, las instituciones, la política, los prejuicios, con Dios y la iglesia. Nadie queda a salvo en la murga".