Con más respeto que entusiasmo fue acogido el primer anuncio bajo la dirección de Roberto Farriol. Milan Ivelic, Drina Rendic, Antonio Becerro, Alejandra Chellew y Valentina Garretón opinan.
La letra M es el ícono de la nueva campaña.
La recientemente anunciada programación del Museo de Bellas Artes para el primer semestre del 2013 (ver recuadro) ha gatillado múltiples reacciones sobre el estado de la importante institución cultural.
Aunque Roberto Farriol asumió el mando a principios de 2012, recién este año pudo hacerse cargo de una curatoría propia. El sucesor de Milan Ivelic (1993-2011) y Nemesio Antúnez (1990-1993) no la ha tenido fácil, debiendo lidiar con problemas de recursos que influyen en las muestras y el mantenimiento, pasando por la promoción y adquisición de piezas.
Farriol ha marcado también su gestión con un nuevo slogan llamado "Mira" que incluye una nueva imagen institucional que consiste en un monograma ícono de la letra M y una campaña de difusión que abarca desde spots televisivos hasta afiches de alta visibilidad en la vía pública.
Cinco expertos del mundo de la cultura analizan esta renovación y, de paso, indagan en un tema inevitable: las dificultades que ha tenido el MNBA en el último tiempo para salir adelante.
Ausencia de nombres populares
La programación fue acogida con más respeto que entusiasmo. Para algunos, como la artista y directora de la revista "Arte x Arte", Valentina Garretón, el problema es la ausencia de nombres populares y capaces de convocar al público como sucedió con los toros de Picasso (1999) o el pop art de Andy Warhol (2005).
"Hay que hacer exposiciones potentes aprovechando el entorno que es bien movido. Además, hay una cantidad de tesoros escondidos en bodega que deberían salir a la luz. No puede ser que sólo vayan pintores a verse entre ellos".
Antonio Becerro , artista visual y gestor de La Perrera, considera en cambio que el programa 2013 implica "una apertura que toma riesgos en una dirección más popular y anecdótica. Ojalá eso coincida con la recepción de la gente".
Alejandra Chellew , de la Galería La Sala, también destaca la parrilla y agradece que se haya abierto a otras disciplinas como la música. "La tendencia mundial hoy es interconectar las distintas disciplinas artísticas y el museo sigue esa pauta al integrar la plástica, música, literatura, fotografía y teatro".
El problema del financiamiento
Milan Ivelic es una figura clave en la discusión. Dice que cuando entró a la institución quería hacer muchas cosas, pero que es muy difícil que sucedan con rapidez, sobre todo con los recursos.
"Ese un problema histórico que se presentó desde siempre. Si revisas las actas de reuniones de 1910 la cuenta que rendían era la misma: me falta dinero, no logro hacer lo que quiero", explica.
El ex director cree que Farriol está intentando llevar adelante el museo y "la máquina está empezando a andar", pero que los resultados recién empiezan a obtenerse tres o cuatro años después. "Estos cargos requieren duración en el tiempo, preparación y experiencia".
La falta de voluntad política
Ivelic considera que no puede ser que se deba conseguir plata de las empresas, cuando el Estado debería hacerse cargo del Museo. "Cuando me iba bien se debía a que el empresario estaba interesado en la cultura y el arte. Y eso no sucedía siempre", reconoce.
Becerro también acusa una falta de voluntad política. "En este país hay recursos suficientes. Entonces, si no quieren invertir en cultura, en lo patrimonial, es como dispararse en el pie. Todo este tiempo hemos estado en manos de personas que no les interesa el tema por ignorancia optativa".
Para Drina Rendic, vicepresidenta del Centro Cultural Palacio La Moneda, el gran problema es que el presupuesto depende del Ministerio de Educación a través de la DIBAM.
"Ese es el cuello de botella que tiene el museo, en el sentido de que parte del Estado siempre ha sido el pariente pobre de la educación y que siempre está bajo otras prioridades", señala. Esto la diferencia de otros presupuestos de organismos culturales que no dependen de este ministerio como el Centro Cultural Palacio La Moneda, que es de derecho privado y con apoyo del Estado. "Espero que cada vez sean más los directores del Museo de Bellas Artes capaces de recaudar más fondos de la empresa privada y eso se logra mediante una modificación más favorable a la Ley de Donaciones Culturales".
Mientras Ivelic cree que el tema debería estar presente en el debate de los candidatos presidenciales, Drendic dice que hay que potenciar mecanismos que involucren a las empresas, por lo que el director debería tener una buena llegada con este sector.