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ISABEL ALLENDE habla por primera vez de su doloroso año sabático: "Casi me mató"

William Gordon, su marido, estuvo en peligro de muerte afectado por una fibrosis pulmonar. Ella abandonó la escritura para entrar en interminables meses de terapias alternativas: "O fue un diagnóstico equivocado, o es un milagro". Hoy está mejor que nunca. "Pasamos un año de mierda. Y mira ahora. Se siente tan bien que viene llegando de la India; tres semanas arriba de un elefante". Isabel está en Washington, EE.UU., adonde llegó para recibir el premio con que el Museo de las Mujeres en las Artes celebra 25 años.

por:  Constanza León, La Segunda
sábado, 28 de abril de 2012
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El arte está de fiesta. Isabel Allende fue la homenajeada ayer con el premio del National Museum of Woman in the Arts.

"Washington está precioso, hoy amaneció un poco con lluvia, pero ya están todos los árboles florecidos, ¡está maravilloso! Estamos al frente de la Casa Blanca", dice a La Segunda Sábado, en una de las escasas conversaciones en extenso que se permite en medio de sus procesos creativos.

Son 25 años que el museo celebra con una homenajeada especial. La impulsora es Wilhelmina Cole Holladay, quien ofició de dueña de casa, junto al embajador Felipe Bulnes. "¡El es un encanto!... Y podría ser mi hijo, ¡qué terrible!", acota Isabel lanzando una carcajada.

Rápidamente confiesa que está a punto de cumplir 70 años. Bastante bien llevados. "¡En las fotos! ¡Vieras tú cómo me veo sin maquillaje!".

Con esa misma naturalidad cuenta que por estos días escribe a tiempo completo. Y aunque mantiene el secreto -como siempre- bajo 7 llaves, sí deja entrever cierta ansiedad por recuperar el tiempo perdido.

Recién viene asomando su ser después de un año sabático forzoso, a causa de la fibrosis pulmonar que tuvo su marido, que se agravó el año pasado. "Supuestamente la tiene, porque no se cura. Pasa que se detuvo. O no tuvo eso y tuvo otra cosa. Le hicieron toda clase de exámenes".

En agosto volverá a Chile, para traer de regreso a su madre, Francisca Llona, quien "¡por fin!" la visitará en California, a sus 91 años. "Le da miedo viajar. Pero está tan súper bien. ¡Y escribe como Cervantes! Tiene un español precioso. Usa toda la tecnología, Skype, e-mail , lo que le pidas", cuenta orgullosa.

En septiembre, la escritora chilena más reconocida en el extranjero llegará a Dinamarca para recibir el premio Hans Christian Andersen, el llamado Nobel de la literatura juvenil (que ya fue entregado a J. K. Rowling por "Harry Potter").

-Lo suyo es magia también, de cierto modo.

-¡Suerte! Hay mucha gente talentosa, muchos que tienen el don. Pasa que en el momento en que comencé, como era la única mujer, causé sensación. En Europa publiqué en 1982. Fui editada por Suhrkamp, en Alemania, al lado de Thomas Mann y Hermann Hesse. ¡Yo debo ser como la Corín Tellado, pero estoy ahí! El respaldo de esa editorial hizo que yo haya vendido millones de libros sólo en Alemania. En Italia tengo a los Feltrinelli, que tienen unas 110 librerías en todo el país. Siempre mis libros están en la ventana. Eso es una suerte loca... Pongámosle las dos cosas: magia y cueva.

"Es muy político el Nobel"

Isabel acumula 19 obras, traducidas a 35 idiomas, y más de 57 millones de libros vendidos. 12 doctorados internacionales y 50 premios en más de 16 países, además de adaptaciones al cine, teatro, ópera ballet y musicales.

-¿Y qué opina del Cervantes para nuestro Nicanor?

-¡Ay!, que cosa más maravillosa. Yo soy miembro del Instituto Cervantes, voy a las reuniones todos los años, con los reyes. Es muy lindo que se lo hayan dado. Antes se lo dieron a Edwards; la literatura chilena ha estado muy bien representada.

-Aunque sea un poquito tarde, a sus 97 años. Ya no quiso viajar.

-Pero se lo dieron, hay otros que se mueren antes. Que lindo recibirlo a esa edad.

-¿Será que se le pavimenta el camino al Nobel?

-No sé. No sé si se lo den a un latinoamericano de nuevo... Es muy político ese premio. Y tiene que estar muy bien respaldado por el gobierno.

-Ud. ha acumulado varios premios internacionales. ¿En qué momento siente que su propio país la respeta como escritora?

-Jamás he andado detrás de algún premio. Ni me he postulado. Me han caído algunos. El más importante fue sin duda el Premio Nacional de Literatura... Porque nadie es profeta en su tierra y porque me pelaron tanto en Chile.

-Valió la pena, polémica incluida.

-Se dijeron tantas cosas tan duras de mí. Haber obtenido el premio fue maravilloso. La polémica hace que el asunto se discuta, que salgan a la superficie las razones que algunos tienen para detestarme. Generalmente, no están explícitas. Una razón muy clara es que les da rabia que yo venda. Que yo venda mucho me disminuye en mi calidad literaria, lo cual es una subestimación de los lectores, de los críticos, de los profesores que enseñan mis libros, de esa gente que me ha premiado.

- ¿Quién más leído que Gabriel García Márquez? ¿Vamos a decir que no vale nada porque sus libros se venden?

-Es usted, de todos modos, la cara visible de la narrativa chilena.

-Afuera. Pero hay muchos grandes escritores en Chile. Pasa que yo no pienso en mí como estandarte de nada. Escribo lo mejor que puedo, desde una perspectiva latinoamericana. No siento que yo represente a Chile, eso me parece una arrogancia. ¡Cónchale! Hay mucha gente que representa a Chile.

"No sólo cometo los mismos errores, sino que otros nuevos"

Isabel cumple el 2 de agosto sus 70 años. "¡Soy Leo por todos lados!", acota riéndose.

Y si es tiempo de mirar atrás, cualquiera podía pensar que es tiempo de sentarse y aplaudir. "Es curioso lo que dices, porque anoche estaba comiendo con mi nuera, Lori Barra -su mano derecha- y mi marido. Y como siempre me pasa cuando estoy escribiendo un libro, me desespero. Siento que no sé nada, que escribo puras porquerías, que no he aprendido nada, que no sólo cometo los mismos errores de antes, sino que otros nuevos... de-ses-pe-ra-da".

Ellos le recordaron que con cada libro es el mismo proceso. "Caigo en pozos de desesperación, que me duran 24 horas. Después me levanto y digo: Esto está estupendo. Y después caigo de nuevo. En este trabajo uno nunca dice: Llegué y lo hice. Con cada libro tienes que inventar todo de nuevo. Es un trabajo tan solitario, tan privado, que vienes a saber cuándo un libro pegó cuando ya es muy tarde. Cuando los críticos ya lo destrozaron, o no".

Es un "escarbar en cuevas, para rescatar historias de la oscuridad". Muy difícil para ella. "Otros escriben un guión y lo hacen perfecto. Yo me doy vuelta como un perro pillándose la cola".

-Esa polémica vuelve a reflotar en ciertos colegas y literatos con cada libro que usted lanza.

-Porque el libro se vende. Lo que voy a tener que hacer es fracasar rotundamente con un libro para que los críticos me vuelvan a aplaudir. En Chile. De todos modos, esa gente que uno tiene en contra es un porcentaje tan mínimo comparado con los millones de lectores, con las cartas que recibo.

-Ya no la derrotó entonces.

-No me derrotó nunca. Cuando publiqué "La casa de los espíritus" y dijeron que era una copia exacta de García Márquez, no me derrotó. Escribí otro inmediatamente. Y cuando dijeron que ese otro era muy político, tampoco. Escribí altiro el tercero.

Willie, su "bandido mexicano"

Probablemente esa garra de Isabel viene de sus entrañas. "En esa época no tenía a Willie", dice riéndose. Este año celebra 30 años de "La casa de los espíritus". Y 25 con su marido. "Todavía estoy con este gringo, fíjate. ¿Me vas a creer?".

Willie Gordon, abogado californiano retirado y escritor de novelas de misterio. El hombre de su vida. Su segundo marido, con quien vive desde 1988 en EE.UU. El habla español "con acento chileno", como advierten afuera. "Como bandido mexicano", corrige ella.

"Isabel fue mi maestra. Cuando recién nos conocimos le dije que la había estado esperando por 50 años, o sea toda mi vida", contó él a Perfil, en Argentina. Padre de 3 hijos, todos víctimas de las drogas, a una de las cuales la llevó a la muerte.

Isabel terminó escribiendo sobre Maya, una chica de 19 años perdida en las adicciones. "He conocido la droga en todas sus etapas durante 25 años", confesó en Madrid.

-Creo que el próximo debería ser el libro con las claves para mantener un matrimonio durante 25 años.

-(risas) Mira. Nosotros hemos pasado por todo lo que puede pasar una pareja. Se murió mi hija; después se murió la de él. Hemos tenido toda clase de problemas. Algunos de ellos yo los he publicado, he escrito un par de memorias. Muchos no se pueden publicar porque no son secretos míos. Seguimos juntos, con altos y bajos. Y con terapia, según los períodos. Creo que pese a todo, lo que perdura es que nos gustamos. A mí me gusta el gallo, ¡qué quieres que te diga! A veces llamo por teléfono a mi casa, sólo para oír su voz en el contestador. Su voz todavía me parece excitante.

-Y él, que escribe novelas, decía en Argentina: "Sólo soy una mosca en la pollera de la reina".

-Pero él va en la quinta novela policial, ya ha publicado en inglés y español. Y es un género tan distinto al mío, que no hay competencia posible.

-No debe ser fácil estar con una mujer como usted.

-Siempre, donde vamos, soy yo el centro de atención. Y como él es un tipo muy fuerte, antes era él el centro de atención, grandote, con gran vozarrón.

-Ha estado todo el tiempo al lado mío. ¡Si además, soy una bruja! (carcajadas). Mi marido es un hombre muy práctico, muy razonable, muy fuerte. Y yo vivo en un mundo que es un poco de fantasía. El se las arregla para vivir conmigo a pesar de todo. Si lo despierto en la mitad de la noche para contarle un sueño, que para mí es como si fuera la realidad, él no se angustia. Me aguanta cuando tengo una premonición y paso todo el día mal. Y después no se cumple. O a veces sí. Me ha creado una plataforma donde yo me siento segura. En pleno California, donde vivimos, es como un refugio, me hizo una casa chilena, tal como yo quería.

Willie es el hombre que ella admira. El mismo que casi pierde, producto de su enfermedad. "Tuvo un diagnóstico terrible, estuvo al borde de la muerte", revela. "Me tomé un año sabático para acompañarlo". Ahora está recuperado. "O fue un diagnóstico equivocado, o es un milagro".

Hoy respira un 50% mejor que antes. "Pasamos un año de mierda. Y mira, ahora, se siente tan bien que viene llegando de la India, donde estuvo tres semanas arriba de un elefante, fotografiando tigres".

Cumplirá 75 años, mejor que nunca. "Hicimos todo lo que puedas imaginar", relata sobre un periplo intenso. Recurrieron a un médico norteamericano, "un conserje", que toma sólo casos con riesgo de muerte. Estudió mucho y lo mandó a distintos terapeutas alternativos, que le hicieron incluso yoga para expandir la capacidad del pulmón. "Toma 40 pastillas al día, ninguna es droga de farmacia. Hierbas, aceite, té verde, de todo. Todos los meses pongo los frascos arriba de la mesa del comedor, que es para 17 personas, y separo las pastillas en bolsitas plásticas para cada día. Te digo que no sé cómo se las traga, porque son cientos. Eso más la respiración, más los ejercicios, nos ayudó".

Sicólogo incluido. "Me convertí en una obsesiva que andaba detrás de él contándole las pastillas y fregándole la paciencia. Hasta que llegamos a tal punto que se deprimió. Fuimos los dos a terapia. Aprendí a respetar los límites. A retroceder unos pasos y dejarlo en paz".

-¿Le cambió la perspectiva de su propia vida?

-¿La verdad? Casi me mató. Casi me mató esta cuestión.

-¿Transformó su miedo ante la muerte?

-Yo no tengo ningún miedo a morir. Ahora, no quiero que se me mueran los que están a mí alrededor. Pero sé que algunos van a desaparecer. Mi mamá tiene 91. Mi padrastro, que adoro, tiene 96. Si la Paulita se murió a los 28, puede pasar cualquier cosa. Pienso que yo puedo estar más preparada que la mayoría para eso. Ahora, pensar que mi marido se iba a morir asfixiado en dos años ¡Dios mío! Era horrible.

-Cambió entonces.

-Creo que cambié. Yo he estado con un maestro haciendo trabajo espiritual desde hace 9 años, que me ha ayudado a entender mucho más allá de lo físico. El alma es una realidad. No creo en Dios, pero sé que estamos todos conectados, que somos gotas de agua de un mismo océano. Entendí que aunque Willie muriera, yo no lo pierdo. Como me encanta dormir con él y olerlo, es triste, pero él estaría conmigo de todas maneras.

-No cree en Dios, pero sí en la trascendencia.

-No creo en el Dios que nos enseñaron. En el que mira, nos castiga, nos premia y nos culpa. Ninguna de esas vainas. No creo para nada en la Iglesia. Mucho menos en la jerarquía eclesiástica. Imagínate que acaban de llamar del Vaticano a las monjas norteamericanas porque son demasiado liberales, que se queden calladas, que no hablen de anticonceptivos ni homosexuales. ¡Imagínate!

-Pero comprobó que existe algo más allá.

-Claro que existe algo más allá. Uno manda energía al universo, ¿pero de ahí a pagarle una manda a San Antonio para que te encuentre las llaves de auto?

-Yo pasé este último año sin hacer nada más que cuidar a Willie. Y ya no tengo el músculo de escribir. Es como bailar; si interrumpes, cuesta volver a tomar el ritmo. A mí, que tengo 30 años en esto, me ha costado este como si fuera mi segundo libro.

 "El cuaderno de Maya" de bolsillo

"El cuaderno de Maya" , su último libro, cumple un año en el ranking de los más vendidos.

Desde Random House Mondadori, señalan que en agosto aparece la colección de Debolsillo.

La obra que más se ha vendido en el último año (después de "Cuaderno") es "Memorias del Águila y el Jaguar" , la trilogía, que comprende "La ciudad de las bestias", "El reino del dragón de oro" y "El bosque de los pigmeos".

-¿Y qué está leyendo Isabel Allende?

-Para este viaje me traje "El prisionero del cielo", de Carlos Ruiz Zafón. Pero cuando estoy escribiendo trato de leer sólo No ficción. No leo novelas porque me contamino con el escritor. ¡Empiezo a copiarlos! ¡Te juro!

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