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Miguelo evoca su época de gloria en fiesta Kitsch: "Mi cuerpo era eléctrico"

Este domingo lleva a la Blondie sus hits como "Filo contigo" o "Colegiala". Aunque su verdadera edad de oro es hoy, a sus 54 años, convertido en un exitoso empresario... y lejos de la noche.  

por:  Por Constanza León A.
jueves, 11 de agosto de 2011

Miguel Esbir siempre supo "poner los huevos en otra canasta". Hace años es socio y director de una empresa de insumos mineros y otra de arquitectura.


Foto DAVID CORTES

"No tengo ningún interés en morirme, ¡Lo estoy pasando chancho!", dice Miguelo después de colgar el teléfono en medio de la entrevista. Tuvo que desmentir a un chistocito de las redes sociales.

Está más vivo que nunca y disfrutando de la música, la que no ha abandonado jamás. Este domingo es la estrella en la Fiesta Kitsch de Blondie , que tiene triple celebración, también en Amanda con "Cumpleaños Madonna" y en el Huevo de Valparaíso, con Juan Antonio Labra. El público coreará sus hits ochenteros, como "Filo contigo" y "Leyla".

A sus 54 años, él sube al escenario con show electroacústico y cuenta su historia. Así lo hace en sus eventos privados, beneficencias y en los "desayunos motivacionales" que hace para empresas. Con banda y hasta con cajón flamenco se pasea por todos los ritmos, vibra con los tangos y evoca a Aznavour, Cat Stevens, Armstrong, Piero y hasta Kevin Johansen.

Este domingo el invitado es su hijo Miguel, el único de sus 4 hijos que "respira música", quien llegará con parte de su banda Vinilos.

"Estoy pasando por una muy buena etapa de mi vida, en todo sentido. Aprovechando los shows. Recibo mucho cariño de la gente y yo me entrego más que nunca. De eso se trata la vida, finalmente", comenta Miguelo.

Fue en el Festival de Viña de 1986 cuando el fenómeno se desató. "En esa época era muy eléctrico todo. Mi cuerpo era eléctrico. Andaba con el acelerador a full".

Tocaba en su propio bar cuando lo fichó EMI y lanzó "A todo pulmón (1984). "La colegiala ya es abuela ya, pero quedó para siempre", acota con una carcajada.

Muchos pensaron que era argentino. Antonio Vodanovic fue el primero en llevarlo a la TV, donde aparecía con esos pantalones amasados y colorinches que le traía su hermana de Brasil. "Todo explotó muy fuerte".

Mataba. Hasta ahora. Aunque hoy sólo bebe vino, trota todos los días, y viaja a la maratón de Nueva York. "Recuerdo haber cantado ante 12 mil personas en Talcahuano, con las primeras 10 filas de mujeres llorando", cuenta. "Vengo de una familia de mucho trabajo. Padre sirio y madre española, que me entregaron valores que me impidieron creerme el cuento... Lo viví a concho. Como toda mi vida, vivo con mucha pasión".

Así establece sus negocios, porque siempre supo "poner los huevos en otra canasta". Hace casi una década que es socio director de una empresa de insumos para la minería. Y hace un par de años hace lo mismo en otra dedicada a la arquitectura y el diseño.

Enfrentado "a todos los pecados capitales"

En los 80 Miguelo abandonó un proyecto en México, después de una gira latinoamericana, para casarse con Ana María Cummins, con quien tuvo 3 hijos, y mantiene hasta ahora una gran relación.

Comenzó con su Café Miguelo en la V Región, zona que ama tanto como al mar. Se asoció con Checho Hirane y revolucionó las noches capitalinas. Después llegó el Romeo, los martes femeninos y las noches de solteras y solteros. "Aportamos mucho a este país. En una época donde no había nada que hacer". Después vino el Moros y Cristianos, hasta donde llegaba con la familia en pleno. Sufrió luego el accidente de su hijo Sebastián y después su separación.

El ya se había hecho cargo de su padre, que tras un accidente vascular llegó a vivir bajo su cuidado, durante 17 años.

"La noche ya no me interesa... hace unos 10 años", sostiene. Atrás quedó su sociedad con el Negro Piñera, que terminó con él preso por un lío de cheques. "Andaba dando bote emocionalmente... finalmente aprendí de los errores. Definitivamente, el Negro no es amigo mío. Pero vivimos muy buenos momentos también". No comulga con la farándula. "Pero no soy quien para criticar a nadie. Mi vida no es perfecta, ni lo fue, ni tampoco lo va a ser".

Después de varios éxitos como comunicador, también terminó en un reality, "Pelotón" (2009). "Me gustan los retos, pero nunca tomé la dimensión... Me di cuenta de que tengo más tolerancia que la cresta".

Su gran logro, quizás, fue el giro que dio a su vida. "Es difícil la noche. Más siendo artista y vanidoso... Enfrentado a todos los pecados capitales. Hice cirugía mayor. Corté amistades, todo. Hice una limpieza. Tomé el toro por las astas. Y resultó".

Hoy recoge lo sembrado. Tranquilo, en pareja. "Vivo el ahora. De los golpes se aprende. Lo único que no voy a entender nunca es el accidente de mi hijo. Hay cosas que no se comprenden jamás".

¿Su clave? "Enfrentar y dar la cara. Y, como el Ave Fénix, vamos volando de nuevo. Me gusta la vida... Y este trabajo me llena el alma".

 
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