El músico reaparece, 25 años después, con la antología “Primera fila”, su historia mejor contada.
Su hijo Juan (20) también lo acompañó en el mágico escenario de la ex Biblioteca Nacional.
Foto La Segunda
Ni el mismo Miguel Mateos se imaginó el espléndido aterrizaje de su nuevo disco en Latinoamérica. Todos hablan de “Primera fila”, el show que grabó en la ex Biblioteca Nacional en Buenos Aires y que es un recorrido por más de 25 años de carrera. El primero que sale en formato CD, DVD y Blu Ray, que abarca desde sus primeras grabaciones hasta las tres canciones inéditas que grabó en vivo. Desde la época de Zas, uno de los grupos más populares de la historia
Y hits
En agosto comienza la gira en el
“Pude juntar al mismo tipo que hacía esas canciones tan contestatarias, con el que soy hoy”, cuenta en un fugaz paso por nuestro país. “Soy el mismo. El que canta «En
El repertorio lo eligió Sony Music. Incluso el nuevo material.
Fue el elegido hace algunos días para cantar al piano junto a la Selección Argentina el himno nacional, en River, en la antesala de la Copa América. En el día de la bandera. “Temblaba”, reconoce él. Y habla de un reconocimiento a una generación. “Que ha tenido formación musical, literaria, filosófica. Es importante que tarde o temprano se empiece a reconocer”.
El ícono “es real”. “¿Sabes qué? Tiene que ver con lo sembrado. No es casual. Con esta antología, con tantos momentos compartidos… Si me ven que canto mejor que en los ‘80, toco mejor el piano e inclusive, a mi juicio, hago mejores canciones ¿Me entendés? Este tipo quiere vivir”.
“He tenido mis períodos oscuros… pero nunca toqué fondo”
En el disco lo acompañan la española Malú, los mexicanos Reik y su hijo Juan, de 20 años. “Es un cabezotas. Estudia Administración y Comercio exterior, también guitarra, composición y canto”, dice presumiendo con orgullo. El que subió para acompañarlo en “Rock libre”, la canción que escribió después de una fuerte discusión. “No nacemos libres, nos hacemos libres. La libertad es una construcción. Ese fue mi grito”.
En el blog de su página oficial cuenta la trastienda de estas historias. De la manera más honesta posible,
Confiesa dráculas y demonios, que terminan siendo algo más que una metáfora. “Lo real va en relación con saber reconocer las envidias y la gente que tira para atrás. Todos estos que es mejor tener lejos… Los enemigos comunes los tenemos todos. No es el precio de la fama. Es igual desde los siglos de los siglos, y así seguirá siendo”.
—¿Tiene que ver con esta desaparición tuya de la que hablaste cuando volviste a
—Sí. Yo desaparezco. Me cuido, me quiero, no me quiero enfermar. No entro en ningún vértigo raro. Mirá lo que le pasó a Gustavo (Cerati). No me considero amigo realmente, pero es un compañero de ruta, me impactó mucho. En ese momento me dije: Miguel, bajá un poco los decibeles. Es una amargura total. Ojalá despierte
Los ejemplos te tienen que servir para saber dónde estás parado.
—¿Has logrado ser un tipo sano, de buena manera?
—Sí. He tenido mis períodos más oscuros, pero gracias a Dios he sido rescatado de eso. Sea por mi formación, por mi familia o lo que sea.
Nunca toqué fondo. En realidad, lo que siempre me ha salvado es el amor a lo que hago… aun cuando estaba tirado en una esquina.
—Te viste yendo a pique, en algún minuto…
—¡Seguro! Pero de pelotudo. Cuando alguien te tiene que llevar a tu casa ¿viste? ¿Qué estás haciendo? ¿Qué es lo que más te gusta hacer? Tocar el piano, ver a mi hijo. Entonces sos un pelotudo, no hay vuelta que darle.
—Aun cuando en la búsqueda de esa sanidad pagues el costo de desaparecer ante los ojos
—Sí. Pero ojo, cuando lo hago no estoy debajo de una palmera en las Bermudas, en bolas y abanicándome con un negro y una negra, en un ménage à trois (risas) Estoy estudiando, leyendo, sigo mis lecciones de piano. Eso me salva. Trato de ser mejor, de ver por qué mierda tengo que reaccionar así, por qué no puedo ser totalmente feliz.
—Desde ahí nacen grandes composiciones, a veces.
—¿Desde la frustración? No sé. No quiero ser el artista sufrido, porque es medio paranoico. Claro que hay que vivirlo, ¿pero estar todo el tiempo desde el miedo, la limitación y la carencia? No. Ahí no me vas a encontrar.