Cultura/Espectáculos
Compartir | | Ampliar Reducir

Película alemana muestra una imagen "grotesca" de Hitler

"Mein Kampf" narra la historia del joven Adolf (interpretando por Tom Schilling) desde 1910.

por:  DPA
miércoles, 02 de marzo de 2011

Berlín.- ¿Es posible hacer humor con Adolf Hitler? El director Urs Odermatt intenta demostrar que sí con "Mein Kampf", una nueva película que llega  a las pantallas alemanas para abordar la figura del dictador con una perspectiva grotesca y arriesgada.

Tras el éxito de "Der Untergang" de Oliver Hirschbiegel (2004), en la que un inmenso Bruno Ganz encarnaba el hundimiento de Hitler en sus últimas horas, el suizo Odermatt sondeó en la juventud del dictador adaptando al cine la obra de teatro "Mi lucha", de George Taboris.

El acercamiento humorístico a uno de los mayores horrores de la historia de la humanidad tiene precedentes ilustres ya desde "El gran dictador", de Charles Chaplin (1940), o "Tener o no tener", de Ernst Lubitsch (1942).

También otros menos celebrados como "Mi 'Fhrer', la verdad verdadera sobre Adolf Hitler de Dani Levy (2006), quien público y expertos fustigaron por su tono chabacano y acrítico.

En un punto medio, "Mein Kampf" combina la novela de formación con el humor negro más cruel. La cinta comienza cuando el joven Hitler, interpretado esta vez por un brillante Tom Schilling, llega en 1910 a Viena para estudiar Bellas Artes.

En el albergue donde se aloja conoce al judío Schlomo Herzl, un librero de buen corazón que, inspirado en el principio "amad a vuestros enemigos, haced el bien a quien os odie", trabaja en sus memorias. El título del libro: "Mein Kampf". Los cuidados paternales de Herzl salvan a Hitler del suicidio cuando la Academia de Artes vienesa le niega la admisión.

Herzl le lava la ropa, le limpia la habitación, vende postales con sus pinturas, le recorta el bigote hasta darle la forma que pasó a la posteridad, lo impulsa a la política y le da el título de su libro. A cambio, Hitler vuelve en contra del buen Schlomo a su amada, Grtchen, y hace que lo arresten por supuesto abuso de menores.

El humor se mantiene insinuado detrás de esa situación y no llega en ningún momento a convertirse en el tono explícito de la película, que, por el contrario, busca un retrato eficaz y auténtico de las capas sociales más bajas en la Viena de principios del siglo XX.

También está lejos del mero divertimento la apuesta de Tom Schilling por encarnar un joven Hitler cada vez más nervioso, egocéntrico e inseguro. Detrás de la historia de Herzl y Hitler late una pregunta central y casi metafísica: "¿Se puede reconducir al demonio hacia el bien a través del bien? La respuesta parece tajante: no.

Tabori calificó su obra de 1987 como "una farsa teológica". Ya sea en el escenario o en las pantallas, "Mein Kampf" se presenta como una comedia en parte grotesca, y siempre profundamente triste, sobre la eterna lucha entre el bien y el mal.

Portada

Cerrar

img