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De denuncias contra sacerdotes, rumores y tardíos desmentidos

Por Eduardo Arriagada @earriagada

por:  La Segunda Online
jueves, 16 de octubre de 2014
Puga

El sacerdote Mariano Puga.


Foto Alejandro Balart, La Segunda

El domingo, un diario lanzaba la noticia: el Arzobispo de Santiago está dando cuenta al Vaticano de las opiniones de tres conocidos sacerdotes. Dos de ellos, Mariano Puga y José Aldunate, instituciones de la Iglesia en tiempos de dictadura. También estaba el mediático Felipe Berríos.

 Las redes ardían desde la mañana de ese día. Y la conversación fue rápidamente dominada por los que mantenían posturas progresistas. Los mismos que han alentado a estos tres “curas”, y de paso han incomodado a otros. La crisis estaba servida. Otros defendían al Arzobispo justificando "su denuncia" al Vaticano.

Los que se ocupan de asuntos de comunicación reaccionan rápido. El que gana es el que logra que su punto de vista sea liderado por un vocero creíble, preocupado y comprometido. Esto lo sabíamos. Lo que es nuevo son los tiempos: con las redes sociales la reacción debe ser inmediata o perdiste.

La Iglesia no reaccionó. Ezzati estaba en Roma y nadie del Arzobispado fue capaz de explicar lo que había pasado.

 El “relato” que se discutía era la conveniencia de que el Arzobispo hubiera enviado antecedentes de éstos para que en Roma se evaluara la doctrina de sus intervenciones públicas.

 Aunque las redes son un espacio muy volátil, cuando se consigue definir qué es lo que se discute, casi está ganada la discusión. Y así como en la educación es clave si se conversa sobre la gratuidad o  la calidad, aquí fue que se discutiera la conveniencia de haber denunciado.

 El lunes en la mañana la conversación social se alimentó con afirmaciones del entorno de los señalados.

Aparecieron declaraciones de Aldunate lamentando que el Arzobispo no los hubiera contactado antes de hacer la denuncia.

Otros líderes del entorno de los jesuitas criticaron la medida. Incluso el vocero de la Conferencia Episcopal envió una declaración formal desligando al resto de los obispos chilenos del problema y asegurando que era un hecho relacionado solo con el Arzobispado de Santiago.

Un representante de la agrupación de laicos “Voces Católicas” aceptaba llegar a los medios para tratar de explicar lo que “supuestamente” habría hecho el Obispo.

 Recién en la tarde del lunes, la Iglesia de Santiago puso en las redes un comunicado en el que desmentía el hecho.

Era muy tarde.

Pocos leyeron que incluso el “denunciado” Mariano Puga defendía al Arzobispo; ya estaban en otro tema.

Un tuitero conocido por defender las posturas de la Iglesia resumía: “en época de redes sociales, demorarte un día en desmentir un rumor, es permitir que reine la confusión”.

Ahora nadie lo discute.

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