Eduardo Arriagada
Profesor
Facultad de Comunicaciones UC
www.blogsuc.cl
@earriagada

La semana pasada organizamos en la Universidad Católica una nueva edición de las Mesas Atelmo UC.

Se trataba de reunir a  actores relevantes del mundo público y privado para conversar en torno a la idea de las “smartcities”, tecnologías inteligentes aplicadas a las ciudades.

Y lo hicimos con representantes de los ministerios de Transporte y Obras Públicas, de la Intendencia de Santiago, de empresas de servicios como Chilectra y Emos, de Telecomunicaciones y algunos líderes de movimientos ciudadanos.

Antes que nada nos pusimos de acuerdo en que el desarrollo económico no garantizaba que las ciudades mejoraran su capacidad de hacer la vida mejor a sus ciudadanos.

Uno de los asistentes se refirió al caso de Antofagasta, que pese a tener un PIB per capita de ciudad de país desarrollado, se alejaba mucho del modelo conocido como ciudad inteligente.

 Y ¿qué tiene que ver todo esto con los celulares de los que venimos hablando en estas columnas?

Mucho. Porque gran parte de nuestro rol de inteligencia como ciudadanos, se puede potenciar con nuestra conexión, gracias a celulares que aprovechen aplicaciones que alimentan la “big data” urbana.

Somos un país saturado de celulares inteligentes, pero infrautilizados.

La mayor parte de la gente sigue usándolos como celulares tradicionales, no terminan de sacar su verdadero rendimiento.

 A lo más los aprovechan para conectarse a las redes sociales. Todavía son pocos los que usan este modelo de aplicaciones que ofrecen la posibilidad de hacer más fácil la vida en la ciudad.

Sin ir más lejos, la semana pasada, tras el problema con el Metro en Santiago, el Ministro de Transporte, Andrés Gómez, invitaba a un periodista que se quejaba de los atrasos del Transantiago a usar una de estas aplicaciones.

Moovit es el ejemplo más destacado para enfrentar de mejor manera el uso del transporte público. Es un emprendimiento israelí que comparte inversionistas con Waze. Recomienda las mejores alternativas del sistema publico para movernos
entre dos puntos de la ciudad. Entre otras cosas, nos avisa del tiempo que falta para que la micro más conveniente llegue al paradero más cercano.

Otro caso clave es Waze, la aplicación para facilitar nuestro manejo en la ciudad.

Mientras más santiaguinos activen la aplicación al subir a su auto, mejor será la información recolectada, la experiencia lograda y más precisas las recomendaciones.

Porque Waze, recientemente comprada por Google, conecta cada uno de nuestros celulares con su computador central de San Francisco, lo que le permite recomendar en línea la ruta que en ese momento es la más conveniente. Y no el camino que generalmente conviene elegir, como hacen los  sistemas de GPS.

 La central de Waze conoce las velocidades en las que se está manejando en cada calle del planeta donde cuenta con usuarios. Y esa información va mejorando con la masificación de su uso. Lo que nos permitirá aprovechar mejor la infraestructura vial.

Hay muchas Apps que siguen esta misma lógica.

Unas fomentan y facilitan el manejo de nuestros desechos hogareños, otras el empleo de los sistemas de bicicletas como BikeSantiago, y hay las que nos avisan del uso de los estacionamientos en el centro.

Cualquiera de ellas persigue hacer que la vida en las ciudades sea más llevadera.

Yo creo que no se quedan solo en el intento; por eso se las recomiendo.