El tamaño del taco es una de las características principales a considerar para evitar problemas de salud y pocas mujeres lo toman en cuenta al momento de comprar zapatos.
Para la mayoría de las mujeres no pueden dejar de tener zapatos altos en su closets, pero ninguna se pone a pensar los problemas que esto puede traer.
Si no se toman las medidas específicas, como el tipo y tamaño del taco que se utilice respecto del tipo de pie que tenga cada mujer, los efectos pueden terminar en alteraciones en el pie.
Esto lo explicó el traumatólogo de la Clínica Avansalud, Rodrigo Melo. Según dijo, los problemas no afectan solo el pie, si no toda la extremidad lo que puede terminar en lesiones agudas e incluso patologías crónicas.
Las lesiones pueden ir desde un esguince o una fractura de tobillo a la inestabilidad en la marcha, y todo producto de os zapatos con tacos.
“Es muy frecuente encontrarse con lesiones crónicas como alteraciones en el ante pie, con aparición de hiperqueratosis o durezas en la zona, deformidades como hallux valgus o juanete”, explicó el doctor.
Sin embargo, estos no son los únicos problemas que se pueden presentar; las deformidades de los ortejos, alteraciones de la forma de la marcha, pueden implicar desgaste o lesiones hasta de los tendones de la zona, como también el acortamiento de la musculatura de la pierna lo que a su vez aumenta los problemas al caminar.
El especialista dijo que para no sufrir problemas en los tobillos al usar tacos, éstos debiesen ser de un máximo de cuatro centímetros.
Sobre esta medida, se empiezan a generar las deformidades y alteraciones que son irreversibles cuando aparecen.
Una mujer puede usar tacos durante un tiempo prolongado sin sufrir daños en sus pies y articulaciones, siempre y cuando el alto del zapato sea el recomendado, según dijo el doctor Melo.
Por lo contrario, también explicó que usar zapatos extremadamente planos también traería problemas. Si se utilizan de forma permanente, puede provocar alteraciones y sobrecargas en otras áreas del pie, como el talón.
“La solución va depender de la patología específica que se presente. Cuando ya existe algún grado de deformidad, ningún método conservador o no quirúrgico va a ser efectivo”, por eso lo mejor es la prevención, indicó.
La prevención consta de la alternación entre un tipo de zapato con el otro. Un entrenamiento adecuado y elongación de la musculatura de la pantorrilla puede ayudar a quienes no están acostumbradas a este tipo de calzado.
Las principales medidas para aliviar cualquier tipo de molestia son: relajar los pies al final del día, realizar ejercicios de movilización circular de los pies y tobillos, caminar a pies descalzos en superficies blandas por algunos minutos y luego colocarlos en agua tibia por otros 15 minutos”, recomendó el traumatólogo.
