La nueva ley traería múltiples beneficios, más allá de garantizar a ambos padres igualdad de acción.
La nueva ley traerá beneficios tanto para los padres como para los hijos
Foto El Mercurio
La reciente promulgación de la ley amplía a los padres, el derecho de las madres trabajadoras de alimentar a sus hijos menores de dos años.
Esto significaría un beneficio también para los niños, los que si logran establecer un apego seguro tanto con la madre como con el padre, desarrollan herramientas afectivas que los convertirán en adultos con más confianza, estabilidad y personas más felices.
“La iniciativa firmada por la Presidenta Bachelet favorecerá el compromiso emocional del padre en la crianza y establecer un apego seguro de los niños, tanto con su madre como con su padre”, comenta la docente de la Escuela de Trabajo Social y del Magíster Familia Infancia y Adolescencia de la Universidad del Pacífico, Susana Arancibia Olguín.
Si bien es un derecho de todos los niños el tener una familia, la realidad histórica de nuestro país deja en evidencia que el rol del cuidado de los hijos, principalmente en sus primeros años de vida, ha correspondido casi exclusivamente a la mujer.
En la actualidad, se calcula que un 43% de las mujeres tienen un trabajo remunerado (Censo 2012). Sin embargo, muchas mujeres que son madres limitan su actividad laboral por la dedicación que sus niños requieren
A esto, se le suma el hecho de que hasta ahora los permisos y algunos privilegios de cuidados infantiles eran otorgados exclusivamente a la madre. Este nuevo escenario pone en evidencia la necesidad que la familia chilena tiene de reorganizarse.
“El hombre reconoce que tiene las habilidades para generar ese encuentro amoroso con sus hijos y que, además, disfruta del espacio íntimo, compartido y especial, realizando acciones similares o distintas a la madre, que en definitiva enriquecen la existencia de los niños”, señala la profesora de la Universidad del Pacífico.
El participar del parto, de los primeros cuidados y hoy, gracias a esta nueva ley, de alimentar a sus hijos a partir de los 6 meses de edad, permite a los padres desarrollar lazos afectivos profundos y permanentes.
“En la medida que el compromiso emocional padre-hijo ha sido establecido, existe una mayor probabilidad de que se mantenga también la responsabilidad y el vínculo con este”, concluye la especialista.