Por Rosario Covarrubias M.
Covarrubias.ro@gmail.com

Las vacaciones, esperadas con ansias durante el año, generan grandes expectativas. Son días relajados que nos recargan de energías, a la vez que son una oportunidad para profundizar la relación con los hijos y la pareja.

Ahora, para conseguir los esperados beneficios, es importante planificar y no confiarse en que todo se dará espontáneamente.

El descanso: Para conseguirlo es necesario salir de la rutina, es útil hacer un listado de todas aquellas cosas que quisimos hacer durante el año sin encontrar el minuto para realizarlas. Por ejemplo hacer deporte, excursiones, caminar por la orilla del mar o por un bosque, ir a pescar, leer un libro, ver aquellas películas que nos perdimos durante el año, etc.
Desconectarse lo más posible del trabajo es imprescindible para conseguir un verdadero descanso. De poco sirven si se está permanentemente disponible para resolver los problemas del trabajo. Es importante tener presente que en la medida que el descanso  mental sea más profundo, al reincorporarnos al trabajo estaremos más alertas y creativos. El estrés es la causa de múltiples enfermedades y el merecido descanso es una arista fundamental para mantenernos saludables.

También es recomendable dejar algunos días para acomodarnos sin apuro, favoreciendo una fluida transición a la vuelta al trabajo.

Estimular la comunicación con los hijos:  Como las vacaciones de los hijos son mucho más largas que la de los adultos, el tiempo que durante el año le dedicamos a la revisión de las tareas y el estudio, podemos transformarlo en un tiempo para compartir hobbies, juegos y conversaciones. Es una buena instancia para mostrarles nuestros intereses e inquietudes, instándolos a que pregunten y vayan exponiendo sus propios temas de interés.

Para evitar los roces es fundamental establecer con claridad qué esperamos de ellos, qué deberes tendrán durante este periodo, así como también con qué libertades contarán. Si no establecemos esto, probablemente nos enfrascaremos en un gallito diario porque no nos parece adecuado que estén todo el día pegados al televisor o chateando.
Si la relación ha sido armónica durante este periodo, será más fácil generar una mayor complicidad con los hijos cuando comiencen las vacaciones familiares. Si bien las actividades que se realicen variarán en función de la edad de los hijos, es importante para la familia hacer actividades en conjunto y, para fomentar un mayor entusiasmo, puede ser interesante pedirle a cada miembro de la familia que proponga actividades y luego elijan una de ellas para realizarlas en conjunto.

Generar  más cercanía con la pareja: Darse tiempo para la pareja es imprescindible para mantener el vínculo y esto es más fácil de conseguir si de alguna manera nos preparamos para ello. Cuando hay niños pequeños hay que establecer un horario para acostarlos y dejarse tiempo sólo para compartir con la pareja y tener un espacio completamente distinto al período en que ambos trabajan.

Cuando la pareja pasa por un mal periodo en su relación, las vacaciones muchas veces se tornan difíciles porque la interacción es constante y la mirada crítica tiende a centrarse en todo aquello que se considera molesto en el otro. Ante estas situaciones, la relación no cambiará por arte de magia y para generar un cambio es necesario voluntariamente ver cómo podemos aportar y una forma de hacerlo es tener el propósito de mirar lo positivo del otro y de evitar caer en una continua crítica.

Todo lo expuesto tiene por objetivo buscar lograr una mayor armonía en este periodo para que realmente sea un tiempo de descanso y también de crecimiento, donde el vínculo con quienes queremos se afiance. Es en la fortaleza de las relaciones donde encontraremos el mayor descanso durante todo el año.