"La actitud y la predisposición con que las enfrentemos son la variable clave en la forma de vivenciarlas", señala la columna de la psicóloga Rosario Covarrubias.
Foto El Mercurio
Por Rosario Covarrubias M.
Covarrubias.ro@gmail.com
La respuesta a esta pregunta posiblemente nos indicará qué tanto disfrutaremos de estas fiestas, ya que la actitud y la predisposición con que las enfrentemos son la variable clave en la forma de vivenciarlas. Más allá de las ideas particulares de cada uno, no podemos obviar ciertas fechas; son tiempos de celebración para una gran mayoría.
Ahora, cuando a estas celebraciones no le encontramos un sentido y es parte de un ritual, disminuyen nuestros deseos de celebrar.
Una buena celebración no es más que aquella en la que priman emociones de alegría, tranquilidad y deseos de compartir, donde nos sentimos libres para ser espontáneos porque nos sabemos acogidos.
Quienes celebran la Navidad desde una convicción religiosa, se les hace más fácil rescatar su sentido ya que este es la fuente misma del origen del encuentro. Los que se reúnen por tradición, tienen que darse el tiempo para crearle un significado particular y familiar que estimule el compartir y aquellos valores que se quieran destacar.
Para un número creciente de personas, comprometerse en causas solidarias buscando acompañar a otras personas que lo necesitan, entregando su tiempo para comer con ellas, o para realizar distintas actividades es una experiencia muy enriquecedora.
La historia de nuestra vida la vamos creando a partir de la construcción que hacemos, al recordar acontecimientos pasados. Si miramos hacia atrás, se nos viene a la mente un sinnúmero de imágenes, conversaciones, emociones, vivencias, etc.
Cuando intentamos ordenar nuestra biografía, muchas veces nos ayudamos rescatando eventos ocurridos, donde destacan, por ejemplo, cumpleaños, navidades, años nuevos; situaciones que recordamos más a menudo porque son días en que las actividades cotidianas quedan en un paréntesis para darle cabida a celebraciones, que por salir de lo habitual y porque generalmente implican interacción con las personas que queremos, nos afectan de forma más intensa.
Tenemos un registro de experiencias muy variadas y estas fechas no son la excepción.
Con el paso del tiempo no es raro enfrentar recuerdos tristes de celebraciones anteriores o el dolor presente ante la ausencia de personas muy queridas; y es ahí cuando necesitamos recurrir a creencias trascendentes de cada uno y conectarnos con un Ser Superior, no quedándonos sólo en las formas.
No son pocas las personas que deben enfrentar las celebraciones de fin de año en un escenario distinto a los pasados: parejas recientemente separadas, pololos distanciados, padres alejados de sus hijos, familiares fuera del país, etc…
No hay una forma particular. Sin embargo, quedarse solo, en una actitud autocompasiva es poco sano y no ayuda a cambiar el estado de ánimo.
Integrarse a las actividades de la familia es una opción positiva. Otra, integrarse a alguna actividad solidaria, o buscar algún amigo que esté pasando por una situación similar.
Para quienes estén interesados en compartir con otros que lo necesitan, y al mismo tiempo recibir la alegría de ese encuentro y no saben cómo canalizar su interés, le sugiero un sitio, www.masporchile.cl, que proporciona un registro de fundaciones, categorizadas de acuerdo a las problemáticas que abordan.