Buena Vida
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No censurar nuestros pensamientos

"En una relación de pareja, familiar o social, no siempre es adecuado compartir todo lo que pensamos", advierte nuestra columnista.

por:  La Segunda Online
lunes, 02 de diciembre de 2013

Por Rosario Covarrubias M.
Covarrubias.ro@gmail.com


Nuestra mente, ilimitada creadora de pensamientos e imágenes, nos puede llevar por una infinidad de caminos. Hay quienes le temen a la sola posibilidad de imaginar direcciones diferentes a la tranquilidad de la realidad mental presente, por lo que tienden a  recluir aquellos pensamientos que se alejan de la forma de vida que se han construido, atemorizados por la inestabilidad que podría entrelazarse a ellos.

Así, algunos pensamientos o imágenes, son percibidos de forma amenazante porque de cobrar espacio o más bien, tiempo de ser pensados, podrían aflojar compromisos, hábitos, relaciones o estilos de vida.

Un aprendizaje importante que debemos hacer para no mentirnos a nosotros mismos es ser capaces de enfrentar las ideas que aparecen como bosquejos y permitir que tomen la dimensión de pensamientos.

Entendiendo que  sólo son una posibilidad, no nos hacen mejores ni peores personas, es a través de  nuestros actos donde se refleja quiénes somos.

Quienes son capaces de prestar atención y abrirse a nuevos pensamientos, tienden a enfrentar problemáticas incipientes con mayor prontitud, encontrando vías de solución de forma más efectiva.

Si alguien vislumbra con antelación que está desmotivado en el trabajo, observa un comportamiento preocupante en un hijo o percibe un distanciamiento de su pareja, si es capaz de permitirse entrar en ese pensamiento sin tenerle miedo, podrá encontrar formas de abordar estas situaciones. Si el temor lo paraliza y reprime estos pensamientos, igual se verá enfrentado a ellos cuando los hechos hayan cobrado el carácter de crisis y las acciones posibles sean mucho más extremas.

Pero la represión de un pensamiento también se manifiesta ante hechos triviales como, por ejemplo, el querer tomar clases de baile, un anhelo oculto en el subconsciente hace años, pero desechado por la falta de tiempo o la falta de plata.  De ese modo, el pensamiento de esa intención es reprimida hasta ser olvidada, perdiendo con ello la posibilidad de realizar una actividad que puede proporcionar placer, alegría, entretención y relajo. Recluir ese tipo de pensamientos es una manera de coartar el propio desarrollo como persona.

Ahora, los pensamientos son pensamientos. En una relación de pareja, familiar o social, no siempre es adecuado compartir todo lo que pensamos.

Las palabras crean realidades que no existían antes de pronunciarlas. El pensamiento hablado puede inducir a malas interpretaciones y causar daño en el otro. Una cosa es mantener una buena comunicación y otra es arremeter con nuestro pensamiento como desahogo personal, en aspectos que no aportan nada y, al revés, creará un problema en el interlocutor.
Ahora, pensar antes de hablar es muy diferente a censurar lo que pensamos.

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