Para muchas personas darse tiempo para sí no está permitido.
Por Rosario Covarrubias M.
Covarrubias.ro@gmail.com
Hay quienes se quejan de que no tienen alternativa y enumeran una larga lista de obligaciones, generalmente autoimpuestas, esperando una confirmación externa sobre lo importante que es su generosa actitud. El problema es que lo que consiguen es victimizarse más que recibir un apoyo, hecho que los lleva a sentirse más abrumados.
No estamos obligados a hacer cosas o a usar nuestro tiempo en los otros; elegimos hacerlo porque nos produce satisfacción o porque queremos evitar sentirnos mal si es que no lo hacemos. De este modo, lo que hacemos es, en realidad, una satisfacción personal, sin embargo, al no ser conscientes de ello, no es posible orientar las acciones distribuyendo nuestro tiempo equilibradamente, sin dejar de lado las propias necesidades.
Es cierto que hay casos de personas que viven centradas en sí mismas. Obviamente no me refiero a ellas. Mi experiencia en la consulta es que muchas personas descuidan sus necesidades, no dándose un tiempo para descansar, para reflexionar sobre lo quieren o incluso para algo que pudiera ser muy banal, como postergar continuamente la compra de cosas que realmente necesitan, teniendo los medios para hacerlo. Tras esto hay una continua postergación de sí mismo que implica el dejarse para el último lugar. A la larga, esto no sólo las afecta a ellas sino que perjudica la relación de pareja y familiar en general. Adicionalmente, a las personas con estas características les cuesta mucho delegar, por lo que cada vez van asumiendo más compromisos y, de alguna forma, esperan un reconocimiento a cambio.
El problema es que su entorno, más que valorarlos por lo que hacen, va habituándose a este patrón de acción y va descansando en el otro muchas de las responsabilidades que deberían ser compartidas.
Si uno no valora su tiempo y sus propias necesidades y espera que los otros las adivinen, los induce a ser egoístas y a caer en comportamientos abusivos.
Es fundamental para la sanidad mental dejarse un tiempo libre dentro de las actividades diarias que permita desconectarse de todas las obligaciones. Un momento de encuentro con uno mismo, un momento para hacer deporte, caminar bajo los árboles, leer, ver una película, en fin, distraerse de la forma que más nos atraiga. Esa es la única forma de poder rendir plenamente en el trabajo y en la colaboración que prestamos a otros.
