Para mantener su peso, el 25% de la población reconoce optar por el deporte y un 67% declara alimentarse saludablemente.
Un 15% de los encuestados reconoce hacer dietas tradicionales.
Foto El Mercurio
Comenzó la primavera y la preocupación de hombres y mujeres por la silueta que pretenden lucir en el verano aparece como una inquietud perentoria. Los intentos por reducir de peso se convierten en el objetivo principal y por ello el Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública (Cesop) de la U. Central realizó una encuesta para pesquisar de qué manera la población enfrenta este desafío.
La primera constatación que se aprecia alude a que la mayoría (53%) declara no estar conforme con su peso, disposición mayoritaria en las mujeres que tienen entre 18 y 25 años.
María Gladys Olivo, directora de la Escuela de Trabajo Social de la U. Central explica que “la preocupación por el peso de las personas jóvenes es un asunto de estética, de verse y sentirse bien para aumentar la autoestima, en tanto, para las personas mayores este tema está asociado a la salud y al bienestar psicológico y orgánico”.
Consecuente con el resultado anterior, el 46% de los encuestados menciona que se pesan habitualmente y que para mantener su peso, el 25% hace deporte, preferentemente hombres, mientras el 17% va al gimnasio, preferentemente mujeres.
Las tradicionales dietas, son realizadas sólo por el 15%. Olivo sostiene que “la gente tiene consciencia que las dietas son un mecanismo, que con esfuerzo, resultan exitosas en el corto plazo, pero que en el mediano y largo plazo, son un fracaso rotundo, y se privilegia prácticas que fomentan el ejercicio físico como expresión de un cambio cultural en el uso del tiempo libre”.
En relación a lo anterior, el 67% declara consumir comida saludable, principalmente mujeres mayores de 30 años, aunque no obstante, hay un 44% que reconoce comer comida chatarra, esencialmente hombres jóvenes.
“Comer comida chatarra es más barato y rápido, acorde al ritmo vertiginoso de la vida, pero se debe advertir que la gente que se alimenta bien no engorda, mientras que, en general, engordan quienes se alimentan mal. La alimentación es un hábito de conducta cotidiana y en ello radica la clave de una vida sana” concluye la académica de la UCEN.
