Esta no es una consecuencia del envejecimiento, sino que tiene múltiples factores desencadenantes.
Alrededor del 50% de la población en nuestro país sufre de incontinencia urinaria, afectando principalmente a las mujeres. Entre el 30% y el 40% de las personas entre 60 y 70 años, sufre algún tipo de alteración del funcionamiento vesical; mientras quienes tienen entre 70 y 80 años, la cifra aumenta a un 60%.
Al respecto, Fernando Rivero, kinesiólogo de Seniority señala que “la incontinencia urinaria no es una patología en sí misma, sino que es un síntoma o una manifestación de otra patología que la podría estar ocasionando, como problemas neurológicos, ciertos fármacos o incluso, problemas en el mismo tracto urinario”.
Identificar la raíz del problema es fundamental para el éxito de la terapia. “A través de la kinesiología es posible enfrentar el problema, siempre con ayuda de un tratamiento dado por el médico de cabecera. Para esto existen ciertos tipos de ejercicios, denominados ejercicios de Kegel, los cuales buscan fortalecer la musculatura del cuello vesical y mejorar la función de esfínter vesical”, enfatiza el profesional.
Otras formas de tratamientos están orientadas a las conductas del paciente. Como por ejemplo, fijar horarios en los que se debe ir al baño o regular la ingesta de líquidos.
Sin embargo, este problema, no sólo afecta el ámbito físico de la persona que lo padece, sino que también influye en lo emocional y social, perjudicando también su calidad de vida.
Priscilla Díaz, terapeuta ocupacional de Seniority, señala que “esto se ve reflejado en la carga emocional, caracterizado por la vergüenza, frustración, ansiedad y un complejo de inferioridad con respecto al resto de las personas, la cual varía según la edad, sexo, nivel cognitivo y tipo de incontinencia, lo que conlleva a que sus habilidades y participación social se vean afectadas de manera considerable por miedo a sufrir algún tipo de percance”.
Abordar esta problemática desde el inicio con empatía y comprensión es vital, ya que en muchas ocasiones las personas no lo comparten y, de este modo, prevenir cambios o alteraciones significativas en su desempeño ocupacional, de productividad y en las actividades de la vida diaria.
En definitiva, para romper este ciclo, es importante perder el miedo de acudir a un especialista cuando presente algunos síntomas como orinarse cuando se ríe, tose o hace algún esfuerzo, ya que existes diversas formas de tratamientos que son muy eficaces y así, evitar un mal mayor que a la larga requiera de cirugía para solucionar el problema.