El excesivo calor, junto al contacto con el agua y la automanipulación del conducto auditivo, son factores que favorecen la aparición de hongos y bacterias que provocan la enfermedad.
Con el verano y las múltiples actividades en piscinas, playas y lagos, surgen amenazas a nuestra salud auditiva que vale la pena prevenir. Una de ellas es la otitis, una enfermedad que de no ser bien cuidada puede tener consecuencias permanentes.
La otitis externa, también conocida como “otitis del nadador”, es una de las principales y más complicadas infecciones que se da en esta época del año y no discrimina en sexo ni edad. Todos, tanto adultos como niños, están expuestos a desarrollar la enfermedad. El excesivo calor, junto al contacto con el agua y la automanipulación del conducto auditivo, son factores que favorecen la aparición de hongos y bacterias.
Según un estudio realizado por la empresa Gaes, el 19% de la población manifiesta haber sufrido alguna enfermedad auditiva, tratándose en el 63% de los casos de otitis. Si bien estas suelen ser eventos localizados, cuyos síntomas son dolor, supuración y sensación de oído tapado, es fundamental controlar su evolución con un médico otorrinolaringólogo.
“La otitis externa, aunque de manera poco frecuente, puede extenderse más allá del conducto auditivo, llegando a afectar la piel de manera profunda e incluso alguna estructura más íntima de nuestro sistema auditivo”, advierte Luis Ortega, fonoaudiólogo de Gaes.
Es importante considerar que hay conductas previas al verano que aumentan el riesgo de contraer otitis. Una de ellas es el mal uso de varillas para limpiar los oídos: “El cerumen del oído es un elemento natural de defensa. Cuando este toma contacto con el agua se expande y bloquea el conducto auditivo, impidiendo que el agua penetre profundamente. Por lo tanto, al intentar retirar el cerumen profundamente, eliminamos una barrera de defensa natural, aumentando así el riesgo de contraer una infección”, asegura el especialista.
Prevenir es la clave
Para evitar estas complicaciones una buena alternativa es utilizar protectores auditivos, que permiten disminuir el nivel de humedad y por ende las enfermedades como la otitis. Si bien existe una amplia variedad en el mercado, hay que considerar que los únicos que realmente previenen infecciones son los fabricados a medida con materiales hipoalergénicos: “Los que se compran en farmacias tienen un formato estándar y lo único que hacen es aumentar el riesgo de infecciones porque dejan pasar poca agua, pero luego no la dejan salir de los oídos”, señala el fonoaudiólogo de Gaes.
Es importante tomar en cuenta que el uso de los tapones debe ser constante; no hace falta esperar a tener daños en el tímpano para usarlos. “Lo fundamental en el cuidado de nuestra salud auditiva, en cualquier época del año, es la prevención. Los chequeos auditivos deben ser permanentes, sólo así podemos tener monitoreado nuestro sistema y actuar con eficacia ante cualquier problema detectado”, asegura Ortega.
