Realizado por alumnos de la Carrera de Periodismo de la Universidad de Desarrollo.
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información @Empresa El Mercurio S.A.P., editor del diario La Segunda.
Por Nicole Daroch y María de los Ángeles López
No hay silencio entre pregunta y respuesta, como si supiera lo qué se le va a preguntar. Habla fuerte y claro, no titubea, ni alcanza a respirar cuando ya está pensando en la próxima idea. Pese a su fluidez, las tratativas para un primer encuentro en persona duraron un mes: su secretaria confiesa que a Lucía Pinochet no le gusta hablar de su vida privada y trata de esquivar cualquier acercamiento a los periodistas.
En su oficina de la Municipalidad de Vitacura, donde es concejal, destaca un gran retrato de su padre, Augusto Pinochet, de la época en que era Presidente. También hay distintos marcos con fotos de sus hijos y nietos, que casi no se ven entre la gran cantidad de papeles y carpetas. “Perdonen por el desorden, pero en este minuto estamos analizando muchos números para el presupuesto del 2011”, comenta Lucía, quien cuando asumió en 2008 jamás imaginó la cantidad de temas que tendría que leer y analizar. Su principal problema, confiesa, fueron los presupuestos –que ahora revisa sin problemas-: “Nunca me fue bien en matemáticas, por lo que hasta el día de hoy me cuestan los números. Por lo que tengo que estudiar a fondo los temas financieros”.
Vestida con mucha elegancia, con un pañuelo de seda alrededor de su cuello y un reloj de oro
en su muñera izquierda, recibe con la mejor disposición en su oficina a los residentes de Vitacura, a quienes trata de ayudar pese a sus escasas atribuciones: “me llegan peticiones de trabajo de muchas personas y yo no puedo hacer nada”, se lamenta.
Todos los miércoles asiste a sesión, junto al alcalde Torrealba y los seis concejales y jamás duda en expresar su parecer. “Cuando alguien está medio distraído, ella alza su voz y es capaz hasta de golpear la mesa para hacerse respetar. Si no la están pescando, es capaz de llamarle la atención hasta al alcalde”, cuenta su colega Raúl Correa. Y aunque Correa dice que tienen buena relación en el concejo y hasta son amigos, acota que la buena relación queda sólo entre las cuatro paredes municipales. “Yo no la llamaría un domingo para cenar juntos”, cuenta.
Pese a su reconocido carácter, sus cercanos no dudan en calificar a Lucía como empática, intelectual, respetuosa, hasta “buena onda”, pero siempre destacando que debido a su experiencia viviendo en Europa y EE.UU., formó una personalidad donde aprendió a decir las cosas a la cara. De hecho, ella misma critica el “doble estándar” de la sociedad chilena: “te dicen que eres bonita y después te das vuelta y te andan pelando que eres fea”, relata.